Suena..

Andiamo al calcio


Supongo que desde el día en el que saqué el primer vuelo con destino Roma, supe que no podría marcharme sin conocer el calcio. No era solo una opción personal. Dicen que las costumbres de otros acaban siendo las tuyas propias y bueno, que todo él era una especie de "futbolpedia" era algo innegable.
Con estas expectativas amanecía otro giorno en la ciudad de las siete colinas. Como casi el pan nuestro de cada día, lucía el sol en el cielo romano... Sigo pensando aún cuando veo las fotos o lo recuerdo, que no hay color de cielo comparable al de la península..Como estando siempre difuminado.

Actividad en grupo y como para no serlo. El calcio no se divide por equipos, cada afición y los jugadores que salen al campo a defender sus colores forman parte de una gran famiglia. Si debes pasarte todo el partido en pie gritando y animando, más vale que aprendas a tararear sus cánticos u ondees sus banderas y si no, ellos saben como arreglarlo...

Roma- Milan jugaban aquella tarde. 

Pero estamos en la ciudad eterna, para llegar al momento del juego antes, has de recorrerte buena parte del empedrado romano para llegar al Estadio Olímpico y aunque son muchos recuerdos y no todos nítidos ( Véase: http://yailtorres.blogspot.com.es/2012/07/post.html ) creo estar segura de que cogimos un metro en  Marconi hasta Flaminio (con sus cambios me imagino). Una vez en Piazza del popolo ya solo faltaba esperar un tranvía. Y como si de la Piazza di San Pietro en pleno discurso papal se tratase, aquellos vagones clamaban espacio. No había hueco para nadie más que justo los que estábamos, y una vez nos desalojaba en el estadio, volvía... Siempre con aquellas gentes agobiadas, aquellas caras sudorosas pidiendo llegar cuanto antes.

Ya sabéis, estamos en Italia, antes que nada una porción o dos, de  pizza al taglio y una fría Moretti. Todo a punto, las entradas en mano, banderas y bufandas de "La Roma" nos rodeaban y así fue, como intentando pasar desapercibidos ya nunca más me separé de aquella bufanda en la que se puede leer : " VENI VIDI VICI"







... y después de todo esto, ya solo una cosa más esconde el calcio, además de su juego. Y es que debes entrar, buscar un buen sitio y escuchar a la afición romana cantar el himno.
Dejando de ser un espectador para convertirte en "hincha".





Paréntesis

Un miércoles de una tarde de mayo, una sala de cine en medio de antiguos teatros, ruinas, bloques de viviendas, bazares indios.... Salir del cine y parecer que la película aún no ha terminado...




Las calles de Trastevere y los helados, bancos ficticios, libros y cigarrillos envueltos en lo bohemio del momento... Aprender a disfrutar cada momento, como si fuera el último.





Días para el recuerdo...

Dopo una notte da leoni

Por el mismo motivo por el cual no es lo mismo: noche y día; dulce y salado o el Estadio Olímpico de Roma cuando esta juega como local y cuando se lo cede a la Lazio... Pues tampoco es igual despertarte y ver que el otro lado de la cama no está vacío.

Solo serían unos días pero, por primera vez en mucho tiempo la distancia se dio la vuelta. 
Los días en los que me despertaba y los buenos días me los callaba para escribirlos en un teléfono habían tomado la forma de abrazos,besos,sonrisas, te quieros y galletas en la cama hasta que..  No, no tenía sentido esa palabra ya "hasta". El tiempo era eterno y los momentos nunca acababan.


Me dolía todo el cuerpo, la cabeza, el estómago era una batidora, la habitación simulaba un tío vivo a cuenta de nadie... Toda apuntaba a que después de todo un día de reposo, las aventuras que íbamos a recordar serían dignas de una primera noche en Roma. 















Así fue.
Las historias que el me había contado, los sitos, la gente, las sensaciones, los chupitos... comenzaban a tener rostro, todo aquello que desconocía y que en mi mente parecían cutres bocetos tratando de tomar forma, se tornaron nítidos. Parecía que lo confianza volvía a querer quedarse.

Estábamos de nuevo los dos. Aquella sensación... se había difuminado desde hacía un tiempo atrás. Brotaban otra vez. Era el...y los dos reaparecimos.



No recuerdo la hora ( ni lo intenté). Sé que era tarde, que el cuerpo reclamaba comida,bebida y limpieza y que era casi imposible reaccionar. Pero sí. Roma quería.. Roma pedía ser caminada y allí fuimos.


Cena:  La Montecarlo
Qué rico,riquísimo,buono,buonissimo! Qué comida! y de qué manera me zamparía ahora cualquier plato!! Pizza como entrante para 4 y pasta de 2º. Soy muy clásica, me encanta los spaghetti bolognesa, pero en aquel festín de gustos, todo lo que no fuese probado sería más tarde un error.

Pero antes, Roma. Sus calles, las figuras que decoraban postales, la historia viva, no podía seguir esperando.


El Colosseo...











Piazza Venezia.....
Campo di Fiori.....
La Fontana Di Trevi.....

y mi mejor vista de la ciudad: El Panteón



 Qué lugar! Quizás la culpa de que esta placita parada en el tiempo se haya ganado el título de lugar predilecto la tenga la primera impresión. Sé que contada no será igual y tal vez a el escrito le falten gesto y expresiones de mi cara pero...

Como sin querer llegar, después de la contundente y copiosa cena la música empezaba a adornar el momento como introduciendo a uno de los lugares mágicos de la ciudad de la manera mejor personalizada con la que me había cruzado.
No era una melodía carente de sentido. "La vida es bella".

Y de repente....

 

Una plaza, repleta de platos llenos de mozzarella, pastas de formas inimaginables,carnes, quesos, gentes pegadas a tenedores, aquel guitarrista al que le acompañaba el sonido de una fuente de fondo y la gran "P"
Siglos, carros de caballos(antes y ahora), personas, taxis,  motos, flashes ... Todo se juntaba, tópicos e historias y fue entonces cuando descubrí mi tercer amor en Roma. 
         

                                          El, la Peroni y mi Panteón.


 









....y con el mi primera cuenta pendiente con Roma. Ver entrar casi levitando, los copos de nieve en lo que sería mi lugar en la ciudad eterna.

Giorno 1 (...)


 Lo vi.



Lo vi de lejos. Poco más de un mes había pasado desde la despedida. Si aquella despedida pudiese describirse carecería de lógica.

 Vista desde mis ojos, el adiós no fue en el aeropuerto, todo empezó días antes, meses antes cuando pensaba en lo que vendría. A penas me despegué de el los días anteriores, pero fue la noche del 15 de septiembre cuando me di cuenta de que aquello era inminente. No dormí, el tampoco y poco antes de las 3:30 de la madrugada estábamos desayunando ( un desayuno falso, ya que ni habíamos dormido ni tampoco eran horas..). No era un viaje muy largo hasta el aeropuerto pero hubiese querido que aquella carretera se hiciese interminable. Cargado de maletas y de ropa llego a la puerta de embarque después de otro desayuno (esta vez a horas más de desayuno,típico español) y todo el tiempo que quisiese haber podido pasar con el se iba a resumir en un largo abrazo y algún que otro beso. Se fue. No fue un buen día el que vino, ni ese ni muchos pero ya se había ido.

Visto desde sus ojos creo que fue algo así como... Falta 1 mes para empezar el erasmus.. falta 1 semana para llegar a Roma.. faltan días para marcharme.. No voy a dormir,¡¡ mañana empieza lo bueno!! El halo de alegría que lo rodeaba esa mañana podría haberlo llevado a Roma sin necesidad de subirse al avión.

Y siendo objetiva, desde una visión mutua aquello nos alegraba y nos entristecía a los dos...

Pero todo aquello era parte ya de la aventura. El ya había llegado y yo seguía viva después de la primera toma de contacto con Alemania y mi erasmus. Todo aquello da igual. Solo estábamos a unos 10 pasos de dejar que la distancia se tomase unas buenas vacaciones.
Fue un buen  recibimiento,un buen reencuentro. Parecía que hubiese pasado más tiempo, me pareció más alto y su rostro esbozaba muecas que no recordaba.
Era el mismo de siempre, poco tiempo tardó en empezar a contarme 1000 historias que se aglomeraban una sobre otra . Parecían divertidas pero la verdad que no atendí a penas a nada de lo que me contaba.
Fuimos directos a su casa erasmus ( pseudo-pocilga sería la descripción que mejor la describía en las fotos que había visto hasta el momento).
La verdad es que no recuerdo muy bien si aquella vez tomamos el metro y luego un autobús o directamente este último. De todos modos no puede pasarse por alto el transporte en Roma. ¡El metro romano! solo 2 líneas de metro "acercan" a turistas y romanos a afueras y centro de la ciudad... más tarde descubrí que sobre esos raíles puedes pasar del mismísimo centro a la playa, en un tren que parece que no vaya a terminar.  Me fascinó viajar en el tren subterráneo. Aquello de que casi toda "fermata" te dejase a los pies de pasmosos lugares como el Colosseo, Piazza  di Spagna o Piazza di Popolo, entusiasmaba, cautivaba, apasionaba era como una sobredosis de historia instantánea.
Marconi era la parada clave (sin querer desbancar a la reina de reinas, Términi). Tardé poco en hacerme con el camino y lo cierto es que ahora podría recorrerlo mentalmente,( sube escaleras, sal del metro, tuerce a la izquierda, de nuevo izquierda tras la gasolinera, sube y sigue el camino hacia la derecha, toma el primer camino de tierra a tu izquierda, bajada, mas tierra y árboles, cruza , sube, izquierda de nuevo por Badia di cava y ECO!!) Poco había que caminar hasta su casa desde allé, pero aquello no encajaba en mi idea de la ciudad eterna. Era como si nunca me hubiese imaginado que Roma tenía algo más que calles adoquinadas y monumentos.

Pero retomando la historia, tornaré al recuerdo seguro, y es que si algo recuerdo es que a su calle llegué en autobús...Monstruobús. Que el caos es el anfitrión romano no es nada nuevo, lo nuevo es descubrir hasta el extremo que puede tomarse. Aquel cacharro con ruedas parecía estar al borde del "destartalamiento" entre las calles adoquinadas, el tráfico y aquellos asientos que a penas tenía un segundo de descanso. Era tal el ruido que a penas podía mantener una conversacion de 3 palabras ( NO EXAGERO). Rebotabas, ya podía ir bien agarrado si no quería acabar sentado en las piernas del de en frente. (Mi historia con los Monstruobús fue más intensa con cada día transcurrido en aquella ciudad).

Llegamos.Me encantó el piso. Tenia lo justo y necesario para aquellos 3 estudiantes, el alcohol y la comida corría de su cuenta casi cada día. A penas tuve tiempo de ver el piso y saludar y ya nos teníamos que volver a ver las caras con aquellos chismes con ruedas que no acababan de convencerme (lo cierto es que ahora no me importaría estar subida a cualquiera de ellos con sus numeraciones interminables). No mencioné el ascensor (y me rio al imaginarlo) una puerta de madera custodiaba lo cómico, abrirla suponía verte las caras con dos puertecitas que con el tiempo fueron decayendo de cómicas a cojoneras y como se te ocurriese abrir alguna antes de llegar al destino, el castigo era una parada inminente en medio de cualquier nivel seguido de un paro cardíaco.

Fuimos a Re di Roma a por las entradas para ver jugar a la Roma!!! ( He de apuntar que ninguna de las veces que los vi jugar me obsequiaron una victoria...) Jugaba contra el Milan y parecía un partido importante, los chicos como poco, se veían emocionados y ya con los cánticos aprendidos. ( Vaya forma de vivir los colores solo oyéndolos cantar, camuflados en medio de aquella afición, emcionaba..)
Lo siguiente era la universidad y sus pre notaciones, esta vez llamaba el ocio( como casi casi casi siempre) aquella cola estaba llena de erasmus deseando anotarse a algún jugoso viaje.
2h y media nos pasamos allí...Lo cierto es que no fue el primer día esperado pero no sabía lo que me esperaba, de todos modos comencé a darme cuenta de lo movida que resultaba la vida en Roma, y las quejas de  mi anfitrión tomaban  sentido.

Nos zampamos una pizza cerca del Coliseo los 4, me esperaba algo mejor pero no estuvo mal. Tuve mi primera toma de contacto con Piazza Venezia (impresionante) y de nuevo siguió la lucha con aquellos "autobuses". Esta vez tampoco hubo mucho tiempo para estar en casa...
El chico jugaba, como era de esperar, en el equipo de erasmus.. fútbol..CALCIO!! no podría ser menos. Conocí a futuras periodistas y médicas en las gradas y cuando terminó, empezaba el motivo nº 1 de cientos de erasmus a punto de desatarse... FIESTA.  El recuerdo es mínimo, me ahorro las 2 palabras que puedan describirla... (jaja)  Lo que es seguro, es que esa noche una Peroni y yo, comenzamos una linda y borrosa relación.....



Giorno 1




26 de octubre de 2010.

Existen buenos momentos, intensos recuerdos, instantes imborrable y palabras inolvidables.
Ese día no solo se juntaron las ganas de vivir un reencuentro con las ganas de conocer la ciudad eterna. El primer viaje del erasmus, la pasta, todas aquellas películas con la ciudad de fondo, el italiano, las vespas, siglos de historia...


Y así empezó el viaje. El día anterior tomé un autobús hasta Berlín ( ciudad a la que pocas pueden quitar el protagonismo, pero las ganas de llegar a la bota eclipsaban casi cualquier situación). Después de pasar el día por las calles de Berlín, arrastrando la maleta por la puerta de Brandenburgo, la torre de televisión o la iglesia de san Nicolás entre otros, me subí al metro que me dejaría en el aeropuerto. Fueron 6h en las que tendría tiempo para dormir, leer, memorizar caras y rincones de aquella terminal pero, poco pude hacer. Revisaba el billete, el nº de la puerta de embarque, que todo estuviese listo antes de que se acercase el momento. Qué horas tan lentas... Salía, fumaba, abría el libro, veía el mapa de la capital alemana, repasaba cada sitio por el que había estado, pesé la maleta ( 3 ó 4 veces) eran a penas unos gramos los que variaban y por supuesto fui la primera en la cola de embarque. La maleta no cambió de peso en el momento de cruzar el control y casi sorprendida seguí adelante. Ya solo faltaba subirse al avión.. La llegada estaba prevista para las 8 de la mañana y esperaba que como bien presumen en Ryanair del 90% de sus vuelos, el mío llegase a tiempo.
Aunque un poco incómodo, el vuelo se adelantó a su hora y me lo pasé respondiendo a las preguntas de un indio que aún a día de hoy creo no entendió mis nervios.
Fiumicino fue la primera base. Solo faltaba seguir la última indicación. Tomar un tren  llegar a Términi. Caótica, colapsada de maletas, se mezclaba lo irónico con lo contrapuesto, pobreza y tiendas de las 1000 y una marcas, no faltaba un Mcdonals ni tampoco japoneses.

Llegué poco antes de las 9 a.m. Y para dar rienda suelta a mis nervios, me perdí. Casi 1h tardamos en encontrarnos. Esperé sentada en el suelo de la estación con la maleta y el gorro boca arriba en el suelo.

El caminaba con prisa, con una americana y pidiendo un corte de pelo a gritos. Había estado esperando en casa pendiente de una llamada, que mi escasa relación con los teléfonos había hecho que nunca llegase. También el llegó tarde. Parecía que el tiempo quisiera que la espera y las ganas se tomasen un largo café.

Fue justo cuando mis nervios bajaron la guardia. Fue justo en ese momento cuando sin a penas girarme, lo vi.

Giorno zero...

Treinta y seis días. Uno a uno. Cominciamo...